Reseña histórica

Breves apuntes de una larga historia

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La Cofradía del Dulce Nombre de Jesús Nazareno celebró su IV Centenario en el año 2011, partiendo de la Regla aprobada por el Obispo Don Francisco Terrones Aguilar del Caño, el 4 de febrero de 1611, por lo que esta fecha es la que se toma como de su fundación por haber adquirido naturaleza legal por la aprobación eclesial.

Meses antes, funda la Compañía del Dulce Nombre de Jesús Nazareno, «con objeto de servir a Dios Nuestro Señor y a honra y gloria del Santísimo Nombre de Jesús Nazareno«, su capilla en el Convento de Santo Domingo el Real, de la capital leonesa, adquiriéndola en propiedad en 1615. En los antiguos estatutos se recogía fielmente la compostura e indumentaria que debían llevar los cofrades: absoluto silencio y respeto, túnica negra sencilla y con capillo, es decir, cubiertos durante todo el trayecto de la Procesión. De su contenido podemos deducir que la Cofradía ya venía existiendo con anterioridad, si bien éste es el primer documento oficial y escrito con el que contamos en la actualidad.

La Cofradía del Dulce Nombre de Jesús Nazareno celebró su IV Centenario en el año 2011, partiendo de la Regla aprobada por el Obispo Don Francisco Terrones Aguilar del Caño, el 4 de febrero de 1611, por lo que esta fecha es la que se toma como de su fundación por haber adquirido naturaleza legal por la aprobación eclesial.

Meses antes, funda la Compañía del Dulce Nombre de Jesús Nazareno, «con objeto de servir a Dios Nuestro Señor y a honra y gloria del Santísimo Nombre de Jesús Nazareno«, su capilla en el Convento de Santo Domingo el Real, de la capital leonesa, adquiriéndola en propiedad en 1615. En los antiguos estatutos se recogía fielmente la compostura e indumentaria que debían llevar los cofrades: absoluto silencio y respeto, túnica negra sencilla y con capillo, es decir, cubiertos durante todo el trayecto de la Procesión. De su contenido podemos deducir que la Cofradía ya venía existiendo con anterioridad, si bien éste es el primer documento oficial y escrito con el que contamos en la actualidad.

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Entre los siglos XVII y XVIII la penitencial va adquiriendo su patrimonio a diversos escultores de renombre de la época.

En esta etapa inicial se contrata la imagen de Ntro. Padre Jesús Nazareno, obra atribuida a Gregorio Fernández o seguidores, el Expolio y la Coronación de Espinas, de Díez de Tudanca en 1674 y 1675 respectivamente, figurando ya menciones a una Flagelación, que bien pudiera ser la que procesiona en la actualidad, atribuida a Gaspar de Becerra, del siglo XVI, así como los conjuntos de la Oración en el Huerto y Ecce Homo, hoy desaparecidos, de los que sólo se conocen vagas referencias.

A finales del siglo XVIII, las Cofradías deben adaptarse a las disposiciones de Carlos III de 1783, en las cuáles limita los agasajos que se ofrecían a los portadores de los pasos, provocando que tengan que ser los propios cofrades los que se hagan cargo de su transporte en la procesión, siendo ello el nacimiento de los actuales «braceros«. Para ello intentaron aligerar todo lo posible los conjuntos escultóricos, suprimiendo y arrinconando las figuras secundarias, con fatal desenlace, como veremos más adelante, durante la invasión francesa de 1808.

La capilla propia sita en el convento de Santo Domingo, hoy desaparecido, sigue las vicisitudes del propio recinto cuyas desgracias se inician el 30 de diciembre de 1808, cuando fue incendiado por las tropas napoleónicas que en tal fecha hicieron su segunda entrada en la ciudad, perdiendo en él parte de su patrimonio escultórico y documentación sobre los siglos anteriores. En 1812, León, libre ya de franceses, era una ciudad en extremo abatida; y es el propio Ayuntamiento el que reinicia las celebraciones de la Semana Santa con la procesión del Santo Entierro.

Esos años oscuros para la «Compañía» del Dulce Nombre de Jesús Nazareno, sin sede ni Abad, empezaron a clarificarse cuando el 13 de diciembre de 1814 el director de la congregación de los Servitas, José Hidalgo, y el prior de los Dominicos, P. Antonio Domínguez, firmaron un acuerdo para que los miembros de la cofradía, que se reunían en una casa de vecindad, pudieran realizar oficios religiosos en la capilla de la Esclavitud o de Santa Nonia bajo unas determinadas condiciones, y según se puede acreditar en el documento del Archivo Municipal datado en 1822, que señala que aquí tiene su sede.

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La cofradía comienza a recuperar, junto a los dominicos, parte de la incendiada sede eclesial del convento de Santo Domingo, el cuál sufrió la desamortización de Mendizábal, acogiéndose el Abad, Lázaro Montañés, en 1848, a una excepción de la ley desamortizadora, para lo cual eleva la correspondiente solicitud, acompañando copia de la Regla fundacional de 1611. La autoridad constituida fue favorable a esta excepción y la cofradía volvió a ostentar la propiedad de su antigua capilla en el ya desaparecido convento de Santo Domingo. Inmediatamente pide permisos al Ayuntamiento para vallar y colocar una puerta y después edificar una casa, hoy con destino desconocido.

En marzo de 1880 todo ello es vendido a las Agustinas Recoletas quienes edificaron su convento tras haber sido expulsadas del suyo, en la calle del Cid.

La cofradía de Jesús Nazareno ya no abandonaría la capilla de Santa Nonia, a pesar de que debe recolocar sus imágenes, debiendo llevar la de su titular, Nuestro Padre Jesús Nazareno, a la iglesia del Mercado el 18 de marzo de 1940, donde recibirá culto hasta que el 18 de marzo de 1953 es colocada en la capilla de Santa Nonia, en la que permanece actualmente.