Cofradía del Dulce
Nombre de Jesús Nazareno
León - 1611

A lo largo de sus más de cuatrocientos años de historia, la Cofradía del Dulce Nombre de Jesús Nazareno de León ha ido formando un considerable patrimonio que le permite representar, a través de distintos grupos escultóricos, el drama del Calvario de Ntro. Señor Jesucristo.

A pesar de que la documentación es escasa, fundamentalmente en los siglos XVII y XVIII, y la primera mitad del siglo XIX, sabemos que desde sus orígenes esta antigua hermandad disponía de diversos pasos procesionales.

A través de los contratos firmados con el escultor vallisoletano Diez de Tudanca en 1674 y 1675, podemos afirmar que la Cofradía poseía pasos de los denominados de “papelón”, compuestas sus figuras por telas encoladas y piezas de madera en manos, pies y cabeza. Cuanto menos el grupo de la Coronación, cuando se encarga al citado escultor su sustitución por uno de madera policromada, por el costoso mantenimiento del mismo. Así mismo, debía existir un paso del “açotamiento”, que la estudiosa María Antonia Fernández del Hoyo, a tenor de lo dispuesto en los contratos, deja abierta la posibilidad de que fuera obra del propio Tudanca, siendo entonces la figura del Cristo distinta a la actual de Becerra. En dicho documentos también se encarga la figura de un Cirineo que acompañe al Nazareno, y que ahueque esta última imagen.

A finales del siglo XVIII, aparte de los anteriores cuatro pasos mencionados, también se tiene constancia de que ya formaba parte de la procesión “El Balcón” antecesor del actual grupo del Ecce Homo.

Tras la reorganización de la Cofradía tras las guerra de la Independencia, en el siglo XIX, se cita ya el paso de la Oración, así como se encargan nuevas imágenes para el San Juan y la Dolorosa, siendo ocho el número de pasos con lo que cuenta nuestra agrupación a finales del novecento.

Pero la Cofradía mantiene su crecimiento, y siempre celosa por incrementar y mejorar su patrimonio, incorpora diversas escenas con las que no contaba anteriormente, así como sustituye aquellas que están deterioradas.

El Ecce Homo (1905), una nueva Coronación (1908), así como el Cristo de la Crucifixión del mismo año, vienen a sumarse a la Procesión de los Pasos, todas ellas encargadas, con bastante seguridad, a diversos talleres de arte religioso.

Se incorporan, en el segundo decenio del anterior siglo, efigies secundarias al paso de la Crucifixión, formando un Calvario, así como se adquiere la Verónica, de Francisco Pablo (1926).

En 1944 se estrena un nuevo paso, el Beso de Judas, seguramente también comprado a un taller de arte religioso.

La aparición de Víctor de los Ríos supone un nuevo revulsivo para la Cofradía del Dulce Nombre de Jesús Nazareno, ya que además de la restauración del Nazareno se le encargan diversas imágenes y conjuntos: El Cirineo y San Juan (1946), la Madre Dolorosa (1949) y la Oración en el Huerto (1952), reemplazando a las imágenes que hasta entonces representaban esas escenas.

En 1964 se hará lo propio con el Beso de Judas, sustituido por un nuevo Prendimiento de Ángel Estrada.

En el año 1957 se incorpora el Cristo de la Agonía, que fue representado por diversas efigies, desde el Cristo de los Balderas, de Gregorio Fernández (entre los años 1957-1968), el Santo Cristo de la Cofradía de Ntra. Sra. de las Angustias y Soledad (1969), el Cristo de San Pedro de las Dueñas al año siguiente, y también de Gregorio Fernández, y el Cristo Gótico de San Isidoro (1971 y 1972) hasta que en 1973 se estrena el actual Cristo de la Agonía de Laureano Villanueva, ya propiedad de la Cofradía.

En 1977 se encarga a Higino Vázquez una nueva Coronación de Espinas, y se adquiere en el año 2000 la, hasta ahora, última incorporación: La Exaltación de la Cruz, obra del sevillano José Antonio Navarro Arteaga.